El gran perdedor

Hace poco mas de un año, Donald Trump ganaba la presidencia de Estados Unidos. El mundo, en estado de shock, observaba a una sociedad americana, completamente dividida, como no lo estaba desde hacía varios años. Ataques racistas en escuelas y supermercados, demostraciones de grupos neonazis, y hasta una chica muriendo en una demostración contra estos grupos de extrema derecha.
La campaña entera de Tump se basó en abrir esa puerta de prejuicios y odios raciales, secretamente arraigados en muchos norteamericanos. Hasta el día de hoy, seguimos siendo testigos de estos terribles eventos.
En México, el 1º de julio tendremos que elegir al nuevo presidente. Y la situación no es mejor. Durante un año, hemos visto  la sociedad polarizarse de una manera descontrolada, y francamente, terrorífica.
La gente está enojada, y con razón. Hemos sufrido un grado de corrupción como nunca antes y no vemos a ninguno de los culpables sufrir los castigos que se merecen; la inseguridad va en aumento, y en muchos puntos de la República, parece que el Gobierno ha perdido todo el territorio a manos de los cárteles y la violencia extrema.
Ahora vivimos en un México dividido entre los “burgueses y PRIANistas”, y los “pejezombies y chairos”. No hay un sólo comentario con tintes políticos en redes sociales que no sea el detonador de luchas maniqueas entre unos y otros que, como saben, terminan en insultos y amenazas.
Cada “encuesta” que pone a un candidato o a otro en primer lugar, es un nuevo motivo para empezar una batalla interminable; y la fuente inagotable de fake news ahonda aún más las diferencias.
Buscamos el fin de la corrupción, y sin embargo tenemos que seguir eligiendo entre personajes que han formado parte del mismo aparato político desde hace varios años.
Y la peor parte es esta: Es muy probable que todos los mexicanos estemos buscando y exigiendo lo mismo, un México mejor. Seguridad, mejores empleos y sueldos,  una economía en crecimiento, un campo funcional y suficiente, educación digna, y la eliminación de la corrupción a todos los niveles del aparato gubernamental, entre tantas otras.
Creo firmemente que, la gran mayoría de los mexicanos, queremos lo mismo. Y sin embargo, la división social ya está ahí. Mucha gente teme violencia el mismo día de las votaciones, y hay candidatos que han reforzado esa creencia.
Sin importar el candidato que gane, uno o varios grupos quedarán resentidos y en constante búsqueda de retribución. Nos culparemos los unos a los otros del resultado, y estaremos alertas para señalarnos cuando el “ganador” no cumpla con sus promesas o lo haga mal.
¿Creen que las luchas en redes sociales terminarán una vez que pasen las elecciones? Think Again.
Y, ¿saben quién ha capitalizado toda ese malestar social? Los candidatos presidenciales.
Parecemos no verlo, pero cada patético ataque entre Meade, Anaya y López Obrador, enardece a los seguidores, e incluso a los que seguimos preguntándonos por quién votar.
No hay una sola propuesta firme, no hay planificación ni claridad por parte de ninguno, y sin embargo, nos matamos en cada opinión política por hacer “ver” al contrario su error.
Pero bien lo dijo Julio César “Divide y Vencerás”. Una sociedad resquebrajada será mucho mas fácil de engañar y de dominar, mientras que los que están en el poder se guían por sus propios intereses.
Una sociedad unida, exigiendo sus derechos y el cumplimiento de las propuestas de campaña, sería imposible de evadir. Seríamos capaces de reclamar que se aplicara la ley adecuadamente, que se castigara a los corruptos y a remover a los funcionarios, por personas que buscaran el bien común.
Pero, gracias a que los partidos y sus candidatos se han aprovechado del pésimo estado anímico social, no veremos eso, ni en esta elección, ni en mucho tiempo.
Sin importar cuál candidato gane, todos perderemos. El gran perdedor del 1º de Julio será México.